El Eje del Dragón: Una mirada Occidental sobre las problemáticas que representan "Los nodos del karma"

"El karma que se puede conocer no es el verdadero karma", sin embargo, la astrología evolutiva y sus derivados New Age se la pasan hablando de "destino", "karma", "misión" y propósito", ¿cómo podemos hacer una astrología occidental sin clavarnos el bindi o la tilaka y hacer apropiación cultural de la tradición de reencarnaciones de las astrologías védicas?

En este podcast representamos 

 
“Los astrólogos hindúes han desarrollado desde hace mucho tiempo una astrología basada en los nodos lunares. Se trata de una astrología de la energía cimentada sobre un eje invisible, al que se denomina eje del Dragón, y por el que discurre el flujo energético del tiempo, desde el pasado al futuro. El astrólogo Mohan Koparkar lo compara con “un tubo en el vacío que conecta el pasado ignorado con lo conocido del presente”. 

Este flujo energético puede considerarse, esquemáticamente, como el gran conservador de la memoria del mundo y de la de cada hombre en particular, la cual evoluciona desde el nodo sur (la memoria del pasado), hacia el nodo norte (la redistribución de las antiguas energías en las formas nuevas del presente). El nodo norte, la actualidad de dicha memoria, es el portador de la concentración energética de los planetas, asegurando su distribución en la carta de manera que se corresponda con el destino anterior del ser y con su evolución actual. 

Los nodos lunares son, pues, la llave de la astrología evolutiva y deben ser examinados antes de llevar a cabo cualquier otra aproximación a la carta. 

Astronómicamente, este eje virtual no es en absoluto ficticio. Es el ascendente de la Luna en la carta. El punto de intersección sur y norte entre el plano de rotación de la Luna alrededor de la Tierra y el plano de la Eclíptica. El eje se sitúa por tanto en el punto de convergencia de nuestras dos luminarias, conectando el mundo interior y psíquico de la Luna con el mundo solar, activo y vitalizante. Para comprender la importancia de este eje es preciso entender qué significa la Luna dentro de nosotros, y no únicamente su función de ánima, permeable y maternal, sino como el proceso de expresión global de nuestra psique. La Luna, de acuerdo con su genealogía oriental, es la gran controladora del espíritu humano. En ella se reflejan las energías cósmicas del Sol, de Venus y de Mercurio, los tres maestros de los planos sutiles y superiores del hombre. Gobierna la actividad de Marte, el Karma manifestado en el hombre, la actividad de Júpiter y Saturno, el Espacio y el Tiempo que sujetan al hombre en la manifestación en tanto no sea capaz de despojarse de las formas y los pensamientos terrestres. La Luna es un gigantesco filtro receptor de energías cósmicas, que nos protege de aquellos grados de conciencia que no podríamos soportar. 

El eje nodal, al igual que los planetas, posee un ciclo propio cuyo ritmo aproximado es de unos 18 años. Está calculado astronómicamente y aparece en la mayor parte de las efemérides en la columna que está el Sol y la Luna. Su progresión diaria es de unos tres minutos de arco. Su marcha es constante y retrógrada a la inversa de la del Sol y de la de los planetas directos. Tiene, como la Luna, una función interiorizadora, su energía lo lleva hacia las sombras internas, al contrario que el Sol, cuyo Ascendente es una camino hacia la plena luz exterior. En el plano de lo invisible, existe una relación sutil entre el eje del Dragón y el Ascendente Solar. La posición de este último se deriva con frecuencia de las metas reflejadas por los nodos lunares.  
 
Antes de proceder al análisis de cualquier planeta, hay que comprender cómo se distribuye en la carta la energía kármica de los nodos, poniendo de manifiesto influencias de vidas pasadas destinadas a afianzarse o a transformarse durante la existencia actual. 


Las redes energéticas del nodo norte. 


El nodo norte, entonces, asegura la distribución de la energía kármica tal y como va a ser utilizada en esta vida. Se puede considerar que se manifestará más en el nivel de la casa que ocupe que en el del signo (sin que por ello se menosprecie a este último), indicando en qué sector particular de la vida, en qué nueva dimensión de la experiencia, se realizará la meta del nodo norte. Partiendo de la casa ocupada por el nodo norte, la energía kármica se distribuye siguiendo las líneas de fuerza de un triángulo equilátero que asocia casas con tendencias evolutivas similares. Analizaremos primero los cuatro triángulos equiláteros cuyo karma global es comparable. Estos triángulos señalan tendencias intensas. Se corresponden con las castas hindúes, y tienen repercusiones evidentes en los grupos sociales actuales. 
 
a) Triángulo del dominio y de la personalidad (Fuego) 

Agrupa las casas kármicas I, V y IX, casas de fuego, conectadas con el crecimiento individual del ser y su nivel de conciencia. Estas personas (personas con el nodo norte en una de estas casas) pueden equipararse a la casta de los brahmanes hindúes, cuyas oportunidades y obligaciones asumen simultáneamente. Favorecidos frecuentemente por el destino en el plano de la elevación social, su papel consiste en redistribuir conocimiento y sabiduría a los demás grupos. Esta posición aparecerá en cartas de numerosos maestros espirituales, así como en las de practicantes de ciencias avanzadas que inciden en la evolución psíquica y material del mundo. Estas personas, naturalmente, tienden a ejercer una cierta influencia sobre su entorno. Generalmente inteligentes, disponen de un alto nivel de conciencia. Saben ser moderados y sacar partido de las situaciones para elevarse intelectual y psíquicamente y para abordar con lucidez el conocimiento de sí mismos. El instinto los empuja a cumplir sus fines kármicos, los cuales se presentan bajo la forma de una vocación que suele revelárseles precozmente. El nodo lunar en la casa I, favorece particularmente el crecimiento individual y una realización armoniosa de los objetivos kármicos, en la casa V se centrará más específicamente en la elevación de la conciencia individual, y en la IX propiciará un despertar espiritual realizador.  Naturalmente, cuantos más planetas existan en las casas de este grupo, mayor será la implicación intelectual de la persona a la hora de responsabilizarse psicológica y espiritualmente con los demás. 
 
b) Triángulo de los trabajadores y de los comerciantes (Tierra) 

Agrupa las casas kármicas II, VI y X de la carta y permite a sus titulares sacar un gran partido de los dones desarrollados durante una existencia anterior en el orden material. Son los constructores económicos del planeta. Sus fines son asegurar a cada uno su subsistencia y velar por la naturaleza terrenal de nuestro planeta. Están dotados de fuertes tendencias materialistas, y sus objetivos se plasman en administrar la riqueza, la materia y el alimento. El riesgo que corren de hallarse algún día en la indigencia es mínimo. No deberán encerrarse demasiado a las certezas ligadas a su situación (casa II), o a su fuerza de espíritu crítico y lógica “objetiva” (casa VI), en un sistema de pensamiento estéril, o en una carrera por la adquisición de valores materiales (casa X). 
 
c) Triángulo de la estructura y de la tradición (Aire) 

Incluye las casas III, VII, XI de la carta, y se corresponde simbólicamente con la casta hindú de los Guerreros. Son hombres y mujeres motivados por cualidades espirituales e intelectuales, que se fijan el objetivo de velar por la armonía de la sociedad y preservar sus estructuras y tradiciones. Son los más participativos, dotados a partes iguales para dar y recibir órdenes, ejecutándolas con inteligencia y fidelidad. No carecen de autonomía personal ni de carácter, pero buscan sobre todo la comunicación, la inserción y la participación. Se trata de un grupo feliz que sabe mantener el equilibrio entre las realizaciones materiales y la evolución personal. Generalmente son personas equilibradas, y resultan equilibradoras para los demás. 
 
d) Triángulo de las obligaciones y del servicio (Agua) 

 El término “paria”, utilizado por los hindúes para el grupo de casas IV, VIII y XII, nos parece inoportuno, puesto que este triángulo posee un fuerte potencial de elevación personal. Pero este potencial no entra en juego hasta que el individuo sea capaz de invertir su energía en el servicio a los demás. Parece como si todo móvil egocéntrico estuviese condenado al fracaso en el plano de los resultados. Son personas “a las órdenes” de alguna ley oscura que los maltrata con frecuencia, orientándolos y guiándolos, sin permitirles apartarse de un camino trazado desde lo invisible. De todos los grupos, éste es el que dispone de un menor libre albedrío y el casi siempre choca contra el peso de los acontecimientos, y en el plano de la realización, contra barreras insuperables. No obstante, este grupo es muy diverso y habrá que evitar generalizar su significado kármico. Es evidente que estas personas están en el punto de mira del destino, pero pueden tener tanto un objetivo deudor a causa de faltas pasadas como de elevación personal y de superación. Este grupo está llamado a la devoción, al reconocimiento de la Ley divina, a la búsqueda de los orígenes kármicos de los sucesos, a responsabilizarse de los demás. Una posición semejante del nodo norte puede producir médicos, comadronas, psiquiatras y profesores de yoga, lo mismo que neuróticos y dimisionarios. He podido constatar que muy a menudo, cuando el horóscopo no está demasiado obstruido por las cuadraturas, los quincuncios y otros aspectos disonantes, este peculiar nodo lunar se manifiesta como un acontecimiento notable que cambia la orientación psicológica de la persona. Parece actuar como una bifurcación el ángulo recto que obliga a efectuar un giro con maestría, de lo contrario la persona corre el riesgo de tener un accidente grave, incluso mortal. Es como un síndrome destructivo, de acuerdo, pero también es el indicio de una regeneración, impuesto por la existencia y que se manifiesta de un modo más particularmente dramático en la casa VIII. La casa XII implica una prueba de mayor duración o una obligación de servir a los demás de la que el individuo no podrá escapar. Pero existen formas superiores de servicio, especialmente valiosas en el plano psíquico. La IV es ciertamente una de las casas más conflictivas y difíciles cuando se trata de circunscribir sus aplicaciones. Tiene que ver con un karma familiar deudor, genético, de relaciones, cuya clave sólo puede conocerse mediante un estudio profundo de la carta. Habrá que estudiar detenidamente las disonancias lunares y saturnianas, y claro está, también los signos Cáncer y Capricornio. 

De esta forma descubriremos dónde ha pecado la persona en una vida anterior en lo que se refiere a sus allegados y a sus progenitores. ¿Ha descuidado su hogar? ¿Cómo ha de pagar hoy su deuda? ¿A través de un padre ausente al cual buscará desesperadamente? ¿Por la desaparición de la madre? ¿Podrá verse incluso rechazada por sus hijos, o tendrá que soportar durante mucho tiempo ser responsable de ellos? Las preguntas son múltiples, pero todas giran alrededor de la obligación absoluta de vivir una experiencia kármica que incluya a aquellas personas próximas con las que se ha contraído una deuda importante. Al final del libro los lectores encontrarán una carta particularmente significativa, en la que la Luna y el nodo sur en la casa XII y en Cáncer han producido un karma de casa IV, en el plano de lo maternal. 



Cómo analizar los elementos. 

El elemento del signo y de la casa en donde se encuentre emplazado el nodo norte es muy significativo en relación con cierta forma de espíritu dominante en el individuo. Cada elemento, kármicamente, está relacionado con una motivación particular. 


Fuego: es la energía radiante universal que se manifiesta como una actitud activa, agresiva, emprendedora y creativa. La personalidad está bien individualizada y animada por una fuerza que se experimenta espontáneamente. Espiritualmente, esta energía tiene que ver con el objetivo evolutivo de ser, y se manifiesta a través del deseo y del Karma. El individuo, en primer nivel, reconoce su participación en este mundo, al que se adhiere voluntariamente y en el que quiere desempeñar un papel, y en segundo nivel se siente como miembro activo del proceso cósmico de evolución, convirtiéndose con facilidad en un propagador del mismo. 


Aire: esta energía elemental está asociada a los mecanismos del espíritu y del intelecto, que se manifiestan a través de Mercurio y de Urano. Su forma de actuar es la participación en la elevación intelectual de su entorno a través de la comunicación. En el plano espiritual estas personas poseen el arte de pasar de la lógica a la intuición y a la percepción, y de efectuar una síntesis de los mundos concreto y abstracto. La inspiración, en ocasiones de un gran nivel, participa en la evolución del tipo “Aire”. 
 

Tierra: esta energía está ligada al mundo sensorial, visible y concreto. Su actuación su manera de pensar, se orienta hacia lo manifiesto, el acontecimiento, lo perceptible. Sobre todo ello basan la experiencia evolutiva. Son los constructores, atraídos frecuentemente por el chamanismo, pero también por la ciencia que busca el origen de la vida y de la energía en la materia. La evolución se realiza a través de de un despertar sensorial progresivo, bien controlado, que asegure el “contacto” del ser con el mundo invisible en un clima de certidumbre y de seguridad psicológica. 
 

Agua: esta energía rige el mundo de los sentimientos y de las emociones. El acceso al conocimiento se efectúa a través de vivencias cotidianas, sin intelectualismos, o a través de la recepción directa de mensajes cósmicos que el ser interpreta como verdades esenciales. Este elemento se guía más por la fe, el amor, las creencias y las iluminaciones eventuales que por el espíritu crítico y la objetividad. Se encuentran muchos médium evolucionados en este elemento. Estas personas deberán tener cuidado con el hecho de que las “órdenes” o “mensajes” que reciben no sean más que simples emanaciones de su inconsciente. 


Sería ilusorio partir exclusivamente del nodo norte, porque la energía que representa es más una potencialidad que una realidad. El ser tiende hacia esa energía potencial, pero continúa viviendo instintivamente en las viejas energías inscritas en el nodo sur. No se da únicamente una transferencia de energía desde el nodo sur al norte, sino también una mutación elemental. 


Me preguntan con frecuencia si el emplazamiento del nodo sur en un signo implica que nos hayamos encarnado previamente en un signo. Esto no está claro, por lo general. Lo que parece, dada la estructura del tema, es que el resultado final de la vida anterior nos ha llevado hacia la adopción de una actitud vital próxima al comportamiento general del signo del nodo sur. No obstante, aquellos planetas con una fuerte carga kármica indica a menudo tendencias harto diferentes. También suele ocurrir que el nodo sur se encuentre en un signo cuyo planeta dominante sea muy activo, como si se señalara que entre todas las tendencias anteriores las que se relacionan con este planeta serán privilegiadas en el momento actual. Como veremos en el capítulo siguiente, el mayor indicio de la continuidad reside en un aspecto estrecho entre el regente del nodo sur y el del nodo norte. 


Existen, por el contrario, fuertes presunciones de que exista una evolución lógica de los elementos por los signos y las casas kármicas, evolución que serviría de guía al alma, la cual podría en una misma existencia integrar y sintetizar los valores pertenecientes a dos, tres o cuatro elementos. 


Hablaremos aquí de evolución lógica, puesto que el individuo no abandona bruscamente un determinado comportamiento elemental para adoptar otro. Se apoya en el elemento o elementos anteriores para desarrollar otras cualidades básicas cuya fusión con las viejas habrá de asegurar progresivamente. Hay que hacer notar que las indicaciones ligadas a los elementos, generalmente, son más evidentes y están mejor integradas en la conciencia aportadas por los regentes kármicos. Por elemento anterior, habrá que entender el tipo de comportamiento elemental que dominaba la vieja personalidad: actividad, materialidad, intelectualidad o sensibilidad.”

Fragmento de “Astrología, clave de las vidas pasadas de Irene Andrieu” ed. Sirio