Los 12 soles - un recorrido circular por el zodíaco


Aries

Aries es el desastre. Aries es el relámpago, el golpe del meñique contra la mesa. Aries es una reacción antes que un pensamiento, una naturaleza sangre que abre portales de caos en el mundo. Una filosofía para Aries puede ser un set de ideas que se articulan en una palabra-molotov que arma un incendio-contagio-revolución. Los filósofos de Aries son más peligrosos que cualquier otro filósofo, eso que pensar ya es bastante peligroso. Cuando tienen Mercurio en Piscis la palabra es enroscada, revoltosa, una madeja de interrupciones y de insultos al público como J. Lacan ¿Fórmulas? ¿Matemas? ¿Ecuaciones para desanudar el alma? Más difícil aún, una teoría sobre los nudos y lo que estos atan. Cuando tienen Mercurio en Tauro la palabra se hace herramienta, se hace manual de instrucciones, un real ejercicio del poder, más filoso que una espada y más fuerte que una muralla, como T. Hobbes ¿Una filosofía del Poder o un Poder que necesita filosofía? ¿Quién dijo que el estado de naturaleza no es un porvenir? Cuando tienen Mercurio en Aries la duda ya no se extingue, y el pensamiento hace flexiones sobre sí mismo para perseguir a la duda por la cola como una anguila escurridiza en el fango, como Descartes ¿pienso luego existo? ¿sólo sé que estoy dudando? Hay una relación directa entre pensar y existir, pero la realidad de que hay un cuerpo arrojado a la incertidumbre es un abismo para el que aún no encontramos palabra. Aries quiere hacer un hueco y meterse ahí, no quiere ignorar ninguna experiencia porque nada le parece ajeno, un arranque, una forma de hacerse lugar, de empujar sus propios límites y de encontrarle los límites a la materia que se resiste. Con estas manos, en este charco, plantando un árbol, sacándome la mugre, la cabeza contra el piso y de cara frente a la tormenta. Sin miedo nada, lleno de miedo y muerto de ganas. No es un guerrero, Aries es el artesano, la artista, el que dice NO, quién se para de manos y se pone de pie. Estar en un cuerpo en este mundo es una experiencia violenta, por eso los más lúcidos y los más sensibles son los que saben que el tiempo del placer es ahora.


Tauro

Tauro es tropiezo, un movimiento torpe que aún así es para adelante. Tauro es la fruta que se cae, madura, pesada. Tauro es el lugar del escondite, donde se almacena la comida, la tierra dónde se esconde la semilla, el hondo, el macerarse. Una filosofía de Tauro es una idea-objeto que le pone materia al esquema lingüístico abstracto, pero no por eso es estrecho de miras ni sólo pragmático, darle una palabra a una idea es inventar esa idea, es ponerle la cola al burro, al toro en este caso. No es un trabajo de magos, es un trabajo de artesanos. Félix Guattari era Tauro con Mercurio en Tauro, famoso por su trabajo en dupla con Deleuze (tenía Ascendente en conjunción con Júpiter en Géminis). Guattari habla del artesano de la siguiente forma: “No es el hombre de la tierra, ni del suelo, es el hombre del subsuelo” Tauro, tradicionalmente rige los sótanos. Cuando Mercurio está en Aries la palabra de Tauro es muchísimo más audaz, riesgosa, peligrosa. Todo lo que hace que la fuerza del toro se vuelva imparable, extensísima y compleja tiene la nafta extra para ir a fondo, y más allá del fondo también, como Immanuel Kant. Una vez estudiando Kant me topé con su explicación de la virtualidad, la experiencia estética y el juicio en planos no-materiales de algún modo me estaba explicando la internet, y me hizo sentir que alguien del siglo XVIII entendía mejor mi tiempo que yo. La fuerza crítica de ese carro sigue tirando hasta hoy, todo lo que leemos es una nota al pie de su obra. La palabra de Tauro no viene sola. Con Mercurio en Géminis la palabra es versátil al punto de que necesita un llamado a la acción, pero no estamos hablando de una guía para vivir ni de autoayuda, hablamos de Karl Marx. Otra vez en dupla, Mercurio en Géminis quiere el trascendentalismo, quiere el materialismo, pero también necesita la dialéctica, y más allá, el lazo comunitario de la acción. ¿qué hago con esta angustia? Algo. ¿Cómo transformar la realidad? La entiendo. La experiencia del cuerpo no es la historia de las ideas, sino la tradición oral de los movimientos: este cuerpo trabajó, este cuerpo bailó y cuando gozó lo hizo bellamente, por eso el arte es la filosofía del cuerpo.


Géminis

Géminis es el intercambio, la palabra que viaja por el aire, la interconexión, el cable que hace circuito y cortocircuito. Tal vez hemos restringido demasiado el mundo a números y palabras que no sólo no lo contienen sino que nombran todo el tiempo su ausencia, su desconexión, la palabras re-presentan las cosas porque no pueden presentarlas, se hacen presentes para hablar de lo que ahí no está. La racionalización del mundo lo ha desencantado por completo, no por una falta de fe, sino por un exceso de verdades parciales. Géminis es los gestos de una ceremonia, de una liturgia mágica, es quién junta a la gente correcta, la celestina y el cupido, el RRPP de la Revolución, la que toma y distribuye la palabra. Esa palabra es la añoranza de Géminis por un mundo encantado; cuando pienso en Géminis con Mercurio en Tauro, está la poesía de Federico García Lorca, fascinada con el sonido al punto que necesitó del cuerpo del teatro para terminar de escribir el poema y en su escenario todo habla: la Muerte, la Luna y el Río. Cuando el Sol está en Géminis y Mercurio está en Géminis la escritura está jugando un rol aún más salvaje, al punto que se juega la propia redención, sanar la vista, encontrar a Dios, revisar toda la historia Universal ¡y que rime! Dante Alighieri escribió la Divina Comedia como una plegaria porque sabía que las palabras hacían más que nombrar la ausencia, la adoraban. Cuando el Sol está en Géminis y Mercurio está en Cáncer la emoción que infunde la palabra es un poder aún más crudo y más imparable, se desacata de lo que suena bien o lo que suena mal y busca otras notas para decir lo que no se dijo ¿no es eso irónico, no crées? como Alanis Morissette. Me gusta pensar que el trabajo artesano del lenguaje (que no siempre incluye la palabra) que hace #Géminis supera ampliamente el hambre por nombrar y medir el tamaño del mundo, porque no es sin el teatro de sombras que es la representación que podemos encontrarnos a nosotros mismos, representación ya no como problema sino como identidad común, mirarnos en un espejo que nos devuelve por primera vez el nombre que necesitamos escuchar, porque nombrar después de todo también es hacer existir


Cáncer

Cáncer es el territorio, lo que se asienta, el sedimento que dejan las mareas, la memoria del movimiento, el surco y la cicatriz. El cuidado y la gestación, central en nuestra educación mamífera, para que la cría del cachorro humano pueda ponerse de pie, pero la luna tiene aún más tentáculos. Esto a Cáncer lo obsesiona: los detalles, los diminutos arabescos, las formas extrañas en las que el álamo que miro todos los días es siempre distinto, dialoga conmigo como si estuviera vivo ¿pero no está vivo? como si tuviera personalidad ¿pero no tiene personalidad? Me inquieta la vida de ese álamo y me desafía a pensar que diminuto es el lenguaje que nombra cosas existiendo seres que hacen fotosíntesis y oxígeno. Fascinado con el lenguaje de las cosas que no hablan Gastón Bachelard escribió la erótica de los lugares, la poética del espacio, para habitar en sueños ya no los mapas del deseo sino los territorios del desear, con su sol en Cáncer y Mercurio en Géminis, haciendo que tengan memoria las coordenadas. Cuando el Sol está en Cáncer y Mercurio también en Cáncer, la letra se desdibuja por completo, casi garabato, dónde la lapicera se vuelve una jeringa, a veces pienso que el caparazón del cangrejo es tan duro que esa letra es fortaleza, el sentido está enterrado como un tesoro en la arena (si, Jacques Derrida), desconfigurado por la complejidad del discurso recuerdo que siempre hablamos una sola lengua y esa lengua nunca es nuestra, y en un zurcido delicado algo hace sentido, como una chispa, entre el ruido y el silencio. Cuando el Sol está en Cáncer y Mercurio está en Leo pienso en Walter Benjamin en su cruzada hereje por lo auténtico, pienso en el poder de escribir y escribir y escribir y que ante el hambre y el frío usar mi tesis de posgrado para alimentar el fuego aunque sea por una noche más, para no morir congelado en la frontera, porque escribir siempre fue un acto de supervivencia. En el corazón del invierno, el Sol de Cáncer me mira con sus ojos penetrantes, a veces médium de su tiempo, a veces pinza que me toma y me lleva hasta lo profundo, me hipnotiza como la luz de la luna, y escribe en la arena el nombre de lo que es querido



Leo

Leo es el centro, el eje, la fuerza centrípeta que sostiene el sistema, la corona de laureles y el corazón de la amazona que combate. Si me dejo llevar por las narrativas del centro todo parece corrido, ¿dónde está el centro siempre impermanente que mantiene todo con vida en el mundo de los fragmentos y la incertidumbre? “El centro soy yo” parece predicar la narrativa del glitter y de las ‘amigas vitaminas’, el descarte de personas y murmullo del conventillo. Leo no puede ser el yo porque es solo una hora dentro de las 12 horas, algo de esta humildad debería bañar el resto del zodíaco, el centro no puede mirarse a sí mismo (etimología de ‘solemne’), aquél fascinado por sus propias fotos y sus propios espejismos, las ideas que salen del centralismo son exculpatorias, que el daño me lo hicieron los otros, que las consecuencias son injustas, que nunca nadie me entiende. El comfort es peligroso. Por eso cuando el Sol está en Leo y Mercurio está en Cáncer sus palabras, proféticas, pueden poner incómodos a los otros, su sensibilidad entra como una ráfaga de fuego que te hiela de sangre: “¡Plaga! Estamos en el medio de una f*cking PLAGA” gritaba Larry Kramer, por piedad y por consciencia, la crudeza de la fuerza de la verdad. Cuando el Sol está en Leo y Mercurio está en Virgo la fuerza profética es aún más trascendente, no le tiene miedo al misterio y cruza sin miedo todas las barreras, como Madame Blavatsky, la traductora de los planos sutiles y la cultora de las culturas que corrían el riesgo de caer en el olvido. Cuando el Sol está en Leo y Mercurio está en Leo la exaltación de la palabra es tan precisa que tiene el poder de los poetas, de ponerle nombre y así conjurar la emoción: “No encuentro paz y no he de hacer guerra; temo y espero; y ardo y soy un témpano” decía Petrarca. La verdad escapa a la razón, abre la razón. No se trata del centro que la razón entiende, es lo que retroalimenta la periferia, el poder de intercambio. Por algo Leo es el corazón y no el cerebro. Puede ser que el centro no sea tan obvio, no esté siempre a la vista, en ese caso Leo sería el ombligo. Pero no. El centro está más allá de mis límites


Virgo

Virgo es el sistema, la red de neuronas y las interconectividad de todas las cosas, desde el agricultor que puso la semilla, el obrero que aró la tierra, la que la riega, y la muchacha que la cosecha; una especie de orquesta, de banda militar, de ballet en sincronía y armonía perfecta. No hay distancia entre el proceso y el resultado. Virgo es esclavo del perfeccionismo, sus errores cuestan carísimo, se los reprocha toda la vida, especialmente los problemas que vienen de lo imprevisto, o del cansancio. Hay que poder más, hay que poder y punto. La humildad de Virgo tiene la prepotencia del trabajo, y como una sombra, que acecha y asusta, el caos y el desorden corren en la carrera y le pisan los talones. Virgo es el reloj desarmado, las partes móviles, las teclas del piano, el adentro del adentro. Ya sea por la forma o por el contenido, racional o muy espiritual, Virgo es el que tiene que dilucidar el misterio. O tal vez escribir el misterio, Agatha Christie tiene el Sol en Virgo y Mercurio en Libra (y una Venus en Escorpio), obsesionada con la medicina para dilucidar los efectos de los venenos, para ver cómo sus asesinos podían salirse con la suya, pero también que sus detectives hagan Justicia. Dorothy Parker con Sol en Virgo y Mercurio en Leo hizo otra cosa con el misterio: lo volvió sarcástico, audaz, Virgo es el wit intelectual, es develar el misterio de todos los días y como obrera de la palabra que todos los días usaba las teclas para ganarse el pan, Mercurio es nombrar pero también hacer que los nombres nombren muchas cosas. Mary Shelly, por su parte, con el Sol y Mercurio en Virgo, hizo otra cosa con el misterio, una especie de mezcla entre ansiedad social y futuro tenebroso, horror médico y filosofía distópica. Ya sea por la forma o por la sombra que la forma proyecta Virgo está al tanto del sistema y se siente sirviente a esa estructura ¿que hacés cuando te llega la rebeldía? ¿podés hacerte la revolución de tus propios dogmas? ¿que escuchás cuando escuchás las palabras que te decís a vos mismo? Es inevitable incluir el accidente en el presupuesto, todo sistema tiende al colapso y el colapso es su inevitable transformación


Libra

Esta noche todos los demonios vinieron a pedirme su libra de carne. Libra, después de todo, es el único espacio astrológico que nos reservamos para deuda. Lo que ponemos en la balanza es el sistema económico, es el acto de razonar y comparar, es el dispositivo que representa la tendencia autodestructiva de comprarse con los otros, es arbitrario pero todos los signos son arbitrarios, ¿por qué dos cosas podrían ser semejantes solamente por el peso que tienen? Cuando el Sol está en Libra pero Mercurio está en Virgo el perfeccionismo domina el encuadre, lleva la escuadra en la mente y el equilibrio es un mensaje más profundo, que transmite información aún más profunda, y que su obsesión por la belleza descarnada te deja la carne trémula y temblando, como Pedro Almodóvar. Cuando el Sol está en Libra pero Mercurio está en Escorpio los razonamientos ya no atienden a las reglas simétricas o estéticas, sino que son un tirabuzón que está ahondando en aguas más complejas, que le pone la cola al burro, que busca develar lo que se esconde, aprendiz del maestro de la sospecha, como Michel Foucault. Cuando el Sol y Mercurio están en Libra, aún bajo la sombra de Escorpio, entendemos que si las cosas riman posiblemente sean verdad, la verdad suprema la dice la música, y llamando al idealismo del heroísmo, somos rapsodas y poetas, antes que otra cosa, y por eso la filosofía debe ser dicha bellamente para alcanzar la verdad, como Friedrich Nietzsche. Mi pregunta con Libra siempre es la pregunta por el equilibrio, la naturaleza es pareja, organizada, fractal, pero no es simétrica, ¿Qué es es esta fuerza de la razón que viene a dominar lo Real para convertirlo en lo ideal? ¿necesitamos el equilibrio o inferimos que es lo necesario? Me gusta el caos que tenés en tu armario, la ropa en el piso, los libros abajo del cenicero, ponerle orden a una biblioteca es destruirla, necesito los espacios en blanco para desplegar la creatividad, Libra no es la belleza inmaculada de la razón, después de todo Libra puede ser el puente, el arte de llegar al encuentro y sus magníficos enredos.


Escorpio

Hay una hora del día, en esta época del año, que el Sol de Escorpio cae de tal forma que la ciudad parece un desierto, la luz blanca parece que mata y hambreado, fatigado, sudoroso, me arrastro por el pavimento para buscar la sombra. Escorpio es tradicionalmente el lugar del cambio, de la transformación, una especie de peaje, de ritual de pasaje, de zona caliente dónde lo crudo cruza y sale cocido. En ese umbral, en esa penumbra, los antiguos pensaban que se escondía todo lo liminal, por eso Escorpio es el signo de lo oculto, de los encuentros con fantasmas, del exorcismo de demonios, de enfrentar la (S)ombra de la propia neurosis. Si sigo el curso de ese pensamiento en realidad Escorpio es el lugar del milagro: no hay chances que después de la putrefacción realmente se alcance la perfección, y sin embargo ocurre. Para mi vale mucho una intuición equivocada, ese pensamiento contraintuitivo de ir por la calle que te da miedo y encontrarte un billete en el piso, en vez de que te roben, te dan plata. Ahí me gusta Escorpio, con su brújula torcida abierto a descubrir un mundo. Cuando el Sol está en Escorpio y Mercurio en Libra se entiende mejor con la armonía de la música para expresar esta amenaza, un sonido distinto, una mezcla de terror, de acecho, y de nostalgia que te rasga como un papel, como la música de Ennio Morricone. Cuando Mercurio y el Sol están en Escorpio la palabra es un cuchillo, un salvavidas y una antorcha en la noche, como Sylvia Plath. Cuando el Sol está en Escorpio y Mercurio en Sagitario carga con su herida a todas partes y la purifica con el fuego de lo sagrado, de la videncia del futuro, como Margaret Atwood. Pienso mucho en esa obra de arte conceptual que es un contenedor de vidrio vacío, que viaja por el sistema Fedex, y cuando llega es exhibida con todas su fracturas y fragmentos. Después de todo Escorpio es el viaje interior pero el tatuaje de su costo, y la cicatriz de que el dolor fue real



Sagitario

¿Sos el caballo? ¿Sos el jinete? ¿Sos el arquero? ¿Sos el arco? ¿O sos la flecha? Poco importa la diferencia para Sagitario, el foco está en el doblez, la doble faz, el revés y el anverso, la contradicción total. Es doble porque el centauro es mitad humano y mitad animal, y doble porque es persona pero también tecnología, y doble también es el arma que tiene, porque es arco y es flecha, y hasta el arco es doble, porque es madera y también cuerda, y hasta la cuerda tiene dos nudos, y hasta la flecha tiene la punta y tiene la cola, tiene la madera y la pluma, y doble también es Géminis, su opuesto, su gemelo, su enemigo y su cómplice a la vez. Más que dual Sagitario es fractal, expansivo porque busca multiplicarse, pero también replicativo, como un virus que busca contagiarse. A veces con Sagitario las ideas son un poco un virus. Lejos de ser un elogio, es una misión inmensa ser la última flama encendida en el templo de un Dios al que nadie le reza. Por eso ante todo Sagitario es heroico, hasta para lo testarudo y lo equivocado es heroico en su error, en entregarse a su rebeldía idealista, encargarse para ser la rompiente. Si este viaje fuera eminentemente filosófico o intelectual estaríamos equivocados: en su risa está la vitalidad del fuego vivo, y la oscuridad de trascender Escorpio, vivir a pesar de la vida. Si fuera puramente intelectual, el Sol en Sagitario y Mercurio en Escorpio, no habría por ejemplo el absurdo, el estallido del lenguaje y desconcierto de que las palabras signifiquen mil cosas más que las que nombran, como el teatro de Eugene Ionesco. O no tuviera el magnetismo heroico y erótico del Sol en Sagitario y Mercurio en Capricornio de Jim Morrison. O la palabra tuviera una correlación perfecta, coherente, un patrón, y no fuera la explosión de significados e interrupciones del Sol en Sagitario y Mercurio en Sagitario de Emily Dickinson. Galopando entre la profecía y la demencia, entre el fragmento y el absoluto, agradezco cada día que fui bendecido por la inspiración (¿o la locura?) de Júpiter, para vivir, temblar y desplomarme ante el milagro, y sentir el rigor y la maravilla del asombro.


Capricornio

La barrita se pone en rojo, como una cuenta regresiva, la batería me dice que no piense, que tipee, que aproveche lo que queda de energía, que lo exprima. Capricornio se trata de la máxima eficiencia del tiempo, la atención y la energía, el sacrificio de seguir el curso de las cosas hasta sus consecuencias. #Capricornio rige las cumbres, las montañas, el arado, las pilas de estiércol y los títulos de la nobleza. Como es el opuesto de Cáncer, que rige los ancestros y las raíces familiares, Capricornio es la copa del árbol, de lo sembrado, el honor de la dinastía, el peso del apellido, la flor de zarzamora, el final del proceso, pero ese no es el final de la historia, solamente es la culminación, el pináculo, pero la historia no termina ahí. Por eso también Capricornio es el sarcasmo, el pesimismo, la amarga mirada que tienen quienes solo hacen algo por su resultado y una vez finalizado lo ven absurdo, acabado, a otra cosa ¿para qué? La pasión de Capricornio por las estructuras a veces es literal, por eso son traumatólogos, carpinteros, fotógrafos, teatristas, mano derecha, puño de hierro. Capricornio está enamorado del diagrama, la cosa en sí puede ser absurda pero es la forma lo que los estremece. Por eso cuando el Sol está en Capricornio y Mercurio en Sagitario el juego entre la forma y la materia es salvaje, como en Umberto Eco. Cuando el Sol está en Capricornio y Mercurio en Acuario la avanzada intelectual es aún más utópica, como en el sueño de Martin Luther King. Y cuando el Sol y Mercurio están en Capricornio son intelectuales de obras inmensas, tediosas, apasionadamente exigentes, como Susan Sontag, Simone de Beauvoir, Edgar Allan Poe o J.R.R. Tolkien. No exagero cuando uso la palabra exigente, el peso del trabajo recae sobre vos, una porción ínfima del peso del trabajo con el que Capricornio ya cargó. Después de todo, Capricornio carga con la exigente rutina de quién esculpe la materia de forma arrogantemente humilde, pacientemente incesante, el amor duro de cada día, la batería baja, la renuncia al descanso, el insomnio de los justicieros, el minucioso trabajo de ver la imagen completa


Acuario

A la pregunta ¿cómo es Acuario? habría que reformular por ¿quiénes son Acuario? Es el Júpiter en Acuario de Walt Whitman diciendo “Yo contengo multitudes”, pero ese verso es más confuso, es sobre la certeza de contradicción, ser legión es demoníaco pero también la obra suma de las masas, es el eco de todas las voces y los llantos, y las risas y los insultos los que hacen las tropelías de volverse sinfonía ¿o caníbal de su entorno o un cuerpo de 6 brazos? Acuario, tradicionalmente regido por Saturno, es el idealismo del mundo perfecto que existe sólo en las ideas, el genio de la mente, arquitecto sin leyes de la física, pero también es, lisa y llanamente, un aguatero. Hoy su símbolo no sería una persona cargando un ánfora sino una complejísima red de plomería con válvulas, tanques y tubos conectándolo todo y a todos, es decir que el “acuario”, no es el agua del ánfora, sino aquél que la trasladó, como el aire que es el vehículo por el cual viaja el sonido, el perfume, y también el vapor, que luego se condensa y luego se precipita. En Acuario lo que son los sistemas de fuerzas y resistencias se vuelven sistemas caóticos, de probabilidades, de azar, y dónde por alguna razón también existe el milagro del unísono. Lord Byron tenía el Sol en Acuario y Mercurio en Capricornio, y estoy seguro que fue el primero que llamó a la astrología “la poesía de las estrellas”, cito Las peregrinaciones de Childe Harold porque es literalmente un hombre harto del mundo que se lanza a la deriva a mar abierto a ver qué pasa. Hay algo ahí. La deriva de Acuario puede ser un traslado aún más extraño y estallado, porque con el Sol en Acuario y Mercurio en el enigmático y alucinógeno Piscis nació el autor del Ulises, James Joyce. Pero el viaje no es la deriva, el viaje es la transgresión, es querer dar ese primer paso que rompe todas las reglas, por eso el Sol y Mercurio en Acuario nos dio autoras como Virginia Wolf (‘Las Olas’ está escrita en plural, por ejemplo). No quiero caer en el lugar común de Acuario como lo excéntrico, quiero hacer una astrología de pensamientos débiles, con la fuerza de quién se permite cuestionar ese lugar rupturista, después de todo para vos ¿Qué es el centro?


Piscis

Para hablar de Piscis podemos remontarnos a la obsesión que tiene nuestra cultura con el fondo del mar ¿de ahí viene toda la vida? ¿hay fantasmas en el Titanic? ¿en la rocamadre del fondo del océano están los restos de la Atlántida? ¿lo podemos hacer guita? El juego de Piscis es el juego de la vaguedad ¿dónde empieza el mar y dónde termina la costa? ¿es el vaivén del agua sobre la arena lo que se hace y deshace mar para volverse la línea de la costa? La vaguedad entonces presenta dos problemas (por lo menos) probables: uno es el nominativo, no alcanzan las palabras para nombrar la vago, ya encontraremos el modelo matemático y formal de nombrar y dejar de decirle vaguedad y reemplazarlo por una fórmula, el menos optimista es que la vaguedad es ontológica, está en el ser de las cosas ser una frontera, y la vaguedad es un estado más del ser, entrópico, es un problema nuestro lo vago, porque para la entropía es igual de probable que un patrón esté ordenado o desordenado. Sobre la palabra que no alcanza Mircea Eliade, Sol en Piscis y Mercurio en Aries, elige hacer de su mente un arpón y pescar en las partes más profundas del agua, por eso el misterio de la religión, de la fe, de la tradición oral, de la palabra perdida en el olvido y preservada en el misterio. Con el Sol en Piscis y Mercurio en Acuario el trabajo es todavía más solitario, más incomprendido, más trastornado, porque el aire hace un torbellino sobre el océano y terminamos adentro del huracán de su creatividad, por eso pienso en Pier Paolo Pasolini o en André Breton. Cuando el Sol y Mercurio están en Piscis las perfección y el enigma hacen la alquimia más extraña, es por esto que las líneas rectas y los colores primarios de Piet Mondrian no son obvios pero resultan evidentemente espirituales, armónicos, depurados de lo mundano, extáticos, monumentales, sagrados, como un templo. Terminar mi descripción de Piscis no será con adjetivos sino con una plegaria: que derrotes a todos tus enemigos, que tus emociones fluyan como un río, que ames el proceso, que te pierdas y te encuentres, y que siempre tu brújula señale a tu deseo